5.7.14

Cuchillos

¿Y si te dijera que sobre mi caen de pronto mil estrellas brillantes? Y siento el humo inyectado en la sangre, tú voz controla mis latidos… tu tacto me electrocuta… y todo solo con cerrar los ojos y sentir a tu cuerpo tibio respirar al lado mío.
Es otro de estos sábados caprichosos, sensibles y cansados, que nos envuelven entre su tristeza tan absurda y gris como mi propia tristeza, nos dejamos caer en el asfalto. Siento de la nada tus manos frías y abro los ojos y llego a ver solamente el resplandor metálico de esos misiles que construyen tu mirada y me atraviesan completamente, destrozan mi corazón mismo en un segundo, me dejo embriagar por la sensación. 
No hay Luna, solo estrellas filosas amenazando con caer, y un océano alcohólico y neurótico, que son tus brazos en los que me ahogo.
El tiempo se nos ríe, flaco…
Calavera el tiempo siempre se nos cago de risa ¿Pero sabes qué? Todavía no sabe que en realidad nosotros estamos mejor así sin necesidad de guiarnos por él. Sin esas manías patéticas que tiene y desvían a uno cada más del verdadero objetivo.

Nosotros nunca necesitamos al tiempo.

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