30.6.14

Entre la sombra

Y se sienta a reír frente a la luz como un idiota. Observa las sombras que de apoco consumen su cabeza. Se queda quieto y no hace nada, sabe que dentro del fuego el dolor es más dulce que cualquier otro veneno.

El reloj marca horas invisibles con su TIC TAC agónico. Detrás de la puerta la muerte lo espera paciente, con sus labios de carmín furioso y el cigarrillo barato descansando entre sus garras. Hace unas cuantas horas era un hombre libre como cualquiera, otra figura recortada sobre las sucias calles de madrugada, hace unas horas tuvo la decisión en sus manos y tomó la decisión equivocada.

Recordó el líquido azul mojando sus labios secos, y a la dulce mujer que descansaba en su piel, recitándole poemas dulces e infinitos. Recordó el cuchillo atravesando la carne tibia e inocente, la sangre transparente mezclada con el azul de su boca. Recordó a cuantas mujeres como aquella había destruido solamente para alimentarla, alimentar a esa madre única que esperaba paciente que él llegara de madrugada con la sangre para pintar sus labios.

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