Ella se dejaba caer entre las sábanas, imaginando su tacto... y lloraba.
No había dolor, pero si impotencia al estar herida y no tener ese refugio, el refugio de esos ojos, el alivio de esos labios, el respirar agónico suspirando en su cabeza poemas infinitos y mudos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario